LA PAZ INICIA EN EL ALMA
¿Cuál es el significado de paz?
La paz es:
• La reunificación de cosas opuestas.
• El reconocimiento por ambos bandos de todo lo que previamente estaba excluido.
• Cuando la fuente de las batallas, las heridas, las guerras, o aun quizá la exterminación, guarda luto por las víctimas de ambos bandos y se aflige por el sufrimiento que se han infligido mutuamente.
¿Qué trae la paz?
Aquellos que anteriormente tuvieron una sensación de superioridad hacia otros, considerándolos poca cosa o como enemigos, ahora los reconocen como iguales. Cada bando reconoce las cualidades especiales del otro, y cada uno le otorga al otro y recibe del otro.
La paz entre ellos expande sus fronteras personales y, dentro de estos nuevos límites, permite la diversidad así como la singularidad personal y la acción colectiva.
La paz inicia en tu alma
Todo lo que anteriormente hemos juzgado, lamentado y reprimido en nosotros mismos, ahora puede tomar su lugar por derecho junto a todo lo que hemos aprobado. Puede ser reconocido—incluso amado—por su significado, sus consecuencias y sus contribuciones en nuestro crecimiento.
Esto nos exige dejar atrás el ideal de la inocencia. La inocencia no nos reta ni nos apoya, y prefiere sufrir y no actuar; prefiere permanecer como niño en vez de crecer.
La paz continúa en la familia
Muchas familias procuran mantener la inocencia y están, por ejemplo, demasiado preocupadas con las apariencias y lo que otros piensan de ellas. Se ocultan y reprimen, e incluso eliminan cualquier cosa que ponga en peligro su ideal de inocencia. En la lucha por permanecer inocentes engendran su propia culpa. Excluyen a ciertos miembros de la familia y se avergüenzan de ellos. Reprimen cualquier pensamiento de ellos porque su difícil destino les causa ansiedad y miedo. El pensar en ellos les causa dolor. La familia se atrofia y se aísla.
La paz en la familia no es simple y cómoda. Los que desean la paz y la buscan, deben afrontar dificultades, dolor y culpa. Deben encontrar un lugar en su alma para cada miembro de la familia, aun para aquellos que no entran en el ideal o los límites aceptables de la familia. Ellos aceptan este desafío y la auto-crítica, que conduce al reconocimiento de los otros como iguales y al amor por el "otro".
¿Cómo podemos contribuir a la paz en otras áreas, más allá de la familia?
Al principio sólo dentro de un pequeño círculo. Por ejemplo, entre vecinos o en el trabajo; después, en lugares donde tengamos más responsabilidad, como en organizaciones o en la política.
Podemos traer paz a estas áreas sólo cuando respetarnos el valor de cada persona, sus cualidades únicas; cuando vemos quiénes son, qué es lo que han logrado y con qué han contribuido a la colectividad. Esto nos exige respetar sus culpas y que no ignoremos su responsabilidad por las consecuencias de sus culpas. La culpa también pertenece a la dignidad de cada individuo.
La paz no elude conflictos
En cualquier conflicto los participantes declaran con claridad lo que es importante para ellos y en dónde se sienten amenazados. En un conflicto las personas se muestran en la forma más ventajosa posible, hasta que ambos aceptan las limitaciones impuestas por las necesidades del otro.
Sólo en este momento puede haber un intercambio balanceado entre las partes. Esto les permite crecer y enriquecerse por aquello que es único en el otro. En este sentido, el conflicto es un prerrequisito para la paz.
La paz nunca está completa ni terminada
La paz eterna, que muchos sueñan, sería estancamiento. Sin embargo, la paz sí lleva a algo a su final: eso que anteriormente exigía energía para el conflicto, se retrae con naturalidad. Es importante permitir que el conflicto se retraiga, o se reactivará después de haber sido resuelto. ¿Qué reactiva el conflicto? Los recuerdos. Por eso debe permitirse a lo que ya pasó que descanse en paz.
La paz amenaza principalmente a grupos
Cuando ya no nos miramos como personas, sino como miembros de nuestro propio grupo, y vemos a los otros como miembros de su grupo, nos cegamos al individuo. Como miembros del grupo somos fácilmente conducidos en dirección contraria de nosotros mismos; es decir, perdemos la inteligencia, disolviendo nuestra individualidad y perdiéndonos en lo colectivo.
La pregunta fundamental es entonces: ¿Cómo podemos traer la paz entre grupos? Como individuos nos encontramos esencialmente impotentes ante el poder de lo colectivo, aun cuando nos mantenemos centrados y en resonancia con nuestros valores. ¿Qué caminos quedan abiertos para el individuo? Sólo esperar el momento correcto, hasta que lo destructivo se haya desgastado. Sin embargo, los individuos pueden preparar los caminos hacia la paz trabajando dentro de un círculo más pequeño y restringido. Entre tanto, esto significa tolerar el conflicto y hasta consentir lo inevitable. El presente libro presenta ejemplos de los últimos años, que documentan lo que puede preparar el camino para la paz en el alma. Estos ejemplos tienen que ver con la paz entre pueblos. Por ejemplo, la paz entre griegos y alemanes en el contexto de la Segunda Guerra Mundial; entre armenios y turcos después de la masacre turca de armenios; entre Rusia y Alemania; entre Japón y los Estados Unidos, y entre Israel y sus vecinos.
A este libro también concierne la reconciliación entre religiones, como entre el cristianismo y el Islam; la reconciliación entre conquistadores y conquistados en América del Sur; la reconciliación en la guerra civil de Colombia; la reconciliación entre amos y esclavos en Estados Unidos y Brasil. Es frecuente que estos conflictos hayan terminado muchos años atrás, pero continúan teniendo efecto en las almas de los descendientes.
Con la ayuda de las constelaciones familiares podemos utilizar a los representantes para permitir que los contendientes originales se enfrenten
En otros casos ven a personas que son sus iguales, con los mismos derechos y la misma dignidad. A partir de eso puede ser que empiecen a comprender lo que le han hecho a otros y lo que ellos han sufrido por culpa de otros. Ambas partes inician el proceso de duelo por lo que se ha perdido. Se reconcilian y encuentran paz.
Sólo hasta entonces sus descendientes pueden reconciliarse honrando a las víctimas, y en recuerdo de pasadas injusticias hacer restituciones cuando sea posible. Así se puede dejar atrás el pasado a favor de acciones constructivas en el presente.
En las constelaciones familiares, el trabajo de reconciliación inicia en el alma del individuo y en la de la familia. Cuando allí se logra reconciliar, entonces puede extenderse a grupos y contextos más grandes. Por eso tenemos que permanecer modestos y consientes de nuestras limitaciones cuando hacemos constelaciones familiares. Una paz buena y perdurable está más allá del alcance de nuestras buenas intenciones. Cuando ocurra, la experimentaremos como un regalo.
Bert Hellinger, enero de 2003.
LA PAZ INICIA EN EL ALMA
Constelaciones familiares al servicio de la reconciliación