Si todos los que pertenecen a mi sistema familiar son reconocidos y les doy un lugar honroso en mi corazón, yo me siento pleno.
Así al mismo tiempo soy liberado de las cadenas del sistema. Ya no me encadena nada pendiente de solución.
Los miembros de la familia me acompañan como una fuerza buena, pero ya no estoy atado a nada grave.
Sí a todo como es y a todos como son.
Gracias a todo como es y a todos como son.
Acepto sacar provecho de mi vida, a la vez que acepto las desgracias.
Quiero a cada uno como es, incluso a los que me dan miedo, rabia o repulsión.
Desde mi lugar, ni más ni menos, respeto la jerarquía, honro lo que está antes que yo. Honro la naturaleza y honro a mis mayores. Me entrego a los posteriores, a los nuevos, a lo nuevo.
Empujado por el agradecimiento incondicional a mis padres y a mi entorno, devuelvo lo recibido dando a los demás y pido lo que necesito.
Consiente de mi pequeñez y mis errores, vivo con alegría el momento presente. Me abro a la vida.
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