Una buena separación
En una separación, uno primero recuerda aquello que fue bello, sobre todo, el principio. Se renuncia a la búsqueda de culpas, ni propias ni del compañero.
Después, uno se entrega al dolor y al duelo.
A continuación, por regla general, lo necesario puede solucionarse de forma objetiva y pacífica. Aún otro hecho cabe tener en cuenta: en los hijos, uno sigue amando al compañero, igual que en un principio.
BERT HELLINGER
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